Se avecinaba la
fiesta Ectoplasma Mutación Electrónica y prometía una noche de música
electrónica con presencia de aparatitos analógicos. Cosa que, quien escribe, disfruta y compara
una y mil veces entre electrónica
digital y analógica con paladear con los oídos un casette y audio en mp3.
El frío polar y
sus ráfagas azotaban la noche del sábado 16 de junio. Día donde Tana Camille y
sus secuaces abrían las puertas de Casa Antigua, cargada de sonidos y beats
para lanzar a las calles la cuarta edición de la revista autogestionada
platense sobre cultura electrónica
denominada Ectoplasma Mutación Electrónica.
Ectoplasma
Mutación Electrónica es una publicación gratuita y esa noche estuvo
desperdigada por todo el lugar para quien quisiese tuviera la suya.
La revista cuenta
con diseño a color, impecable papel y ROBOTS TR – 707 en la tapa en
tonos rosa fucsia y amarillo contrastando con el fondo negro. Tamaño bolsillo
para la cartera de la dama y la mochila del caballero. (A mí criterio, el
tamaño es ideal: no es propensa a abollarse con lo que podría llegar a haber en
un bolso/mochila. ¡No es un dato menor!)
Quienes engalanaban la noche podrían (y fueron) ser un
cocktail bien variado: Martín Karakachoff, Lastrax, Payaso Cagar Trompada y Cosmosolar.
A las 4 y pico de la mañana, horario en que llego al sitio,
se encontraba tocando el analógico
Martín Cuervo Karakachoff con
ritmos certeros, oscuros y bailables.
Certeros por ser la justa medida rítmica que ofrecía para aclimatar los cuerpos
en una noche bajo cero.
La musicalidad de Martín Karakachoff hace honor a su apodo y
al refrán “Cría cuervos y te sacarán los ojos”: el sonido entra sutilmente en
la mente tomando por sorpresa a la anestesiada percepción del escucha, esta vez
enmarcado por proyecciones de Gativideo
logrando así un ambiente más que intimista.
Lúgubre y sanguíneo como marcas distintivas. Leyendo una entrevista que
le han hecho hace tiempo, donde cuenta el por qué de su apodo, daba vueltas la
angustiosa agonía de no poderse mover. Este hombre ofrece eso con su música: la
sordida sensación de no encontrar salida y, en caso de tenerla, no querer
buscarla. Para los amantes de las profundidades y neblinas sonoras, este
animal.
Luego, desde Capital Federal, Lastrax convenciéndome de que su dark electropop mecanicoso con reminicencias autoritarias era
lo que se necesitaba. Canciones primas hermanas de más de un himno sado. Camouflage
+ Rammstein por decirlo de alguna manera. Mi imaginería le ponía toneladas de
cuero a todo al oírlos.
Coreamos, batimos las manos, gritamos y bailamos como respuesta
a tal declaración.
Uno de los momentos más enérgicos e impactantes de Lastrax
fue “Revolucion Dead” donde, tras el contorno del cantante podían verse
imágenes del 19 y 20 de diciembre, días del “Que se Vayan Todos” en la
Argentina para los menos memoriosos.
Esto hace recordar cómo puede entremezclarse claros mensajes
sociales con algo que a la distancia parece frívolo como el electropop.
Siguió la posta Payaso Cagar Trompada.
Qué decir de este divertimento en ocho bits: Desmembramiento
en calidad de juego. Alegría del
litoral. Una piñata de papel picado. Un niño tirando de las alas de una
mariposa para conocerle, “para saber su divino secreto” (citando a Eric Fromm)
con imágenes proyectadas al tono donde el animé y los recuerdos de cartuchos de
SEGA/Family están a la orden del día.
Gran parte de lo que tocó – no recuerdo si todo. A esa
altura de la noche la crónica fue sumergida en bebidas espirituosas – fue de Misantropop, su nuevo material editado el
pasado mayo.
Sonaba “Diversión en Progreso” y todo era incierto: lo
bastante psicotrópico para recordarnos que estábamos en La Plata, en la tierra
y no personajes remarcados con power line separándonos los unos de los otros. A algunos entre concurrencia,
entre paso y paso, se les desprendía de la afectación de sus cuidados aspectos,
el confesarse jugadores de cartas magik o coleccionistas de manga. Todo valía. Todo estaba bien.
Los muchachos Oblinof
Kohara, Octavio Ava y un tercero que proyectaba esas agradables y desoladoras
niñerías trasladaban. Y cómo.
Terminando el set, se dejan entrever algunos desperfectos
técnicos. Pero Kohara estaba con sus pezuñas sobre los equipos y dio a los presentes un recordatorio de lo que es el dubstep y el drum and bass , ojos ídos y otros tratando
de ver hacia dónde moverse para seguir el desenfrenado ritmo. En criollo, *la
calentura, la manija drum and bass*
Gritos y puteadas amistosas de por medio.
Seguía Cosmosolar y
el alba vendría por nosotros. Contaba con diez o quince minutos más para oírlo.
La totalidad de
Cosmosolar está muy bien especificado en su soundcloud: “Un proyecto de
transgresión sonora, parte de conceptos electropensantes”. Lineamientos bien
definidos, progresiones sónicas que permiten desplazamientos armónicos generando imágenes y situaciones introspectivas para un tímpano
sobrecargado a las 7 de la mañana de un domingo.
De gran relax que finalizara la fiesta con él.
No pude disfrutar o captar del todo a Cosmosolar
por falta de tiempo pero en estos locos tiempos que corren, existen los
espacios virtuales a los que recurrir
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