lunes, 14 de marzo de 2011

Eugenesia #1

La Carrera

Sobre estrellas flotábamos vivos. Extendida mi mano a tal punto que mis dedos parecían querer soltarse, irse solos y alcanzar sus pies infinitos.

¿Cuánto hace que ha comenzado esta persecución?, ¿Cuánto hace ya?

Mucho mas de lo que recuerdo, ya ni mis años me pertenecen, ya ni mi nombre es mío.

Todo lo que soy es esta carrera hacia ella. Ella... que es una armonía de piel, huesos, sangre y oxigeno. La formula perfecta de alquimia... mi piedra filosofal.

Y yo la corro, pisando descalzo las desgastadas baldosas húmedas de nuestra ciudad, abrazando los cometas solitarios prestos a ayudarme, deslizándome por los peldaños de la Gran Muralla y acariciando las enardecidas olas australianas.

La he corrido desde el día en que comprendí lo egoísta que era, cuando me di cuenta porque la amaba tanto.

La conocí –creo, a estas circunstancias pocos detalles son claros- en una oscura noche parisina, en una vieja casa de pócimas que regentaba un viejo amigo mío, un bárbaro devenido a comerciante libre pensante. Ella no era hermosa, nunca lo había sido y su rostro era mas el de un muchacho de edad viril al de una señorita española. Pero, OH Dios, que lo era. Que manera de hablar... parecía que fornicaba al vocabulario entero de forma que el pobre Castellano nunca había soñado. Y su elocuencia , su inagotable maratón de graciosas deducciones sociales, una tras otra, arrancaba sonrisas de mi. Sonrisas sin compromiso, hermanas bastardas de las que soltaba en la Embajada, frente a los cerdos de estomago expansivo que pagaban mi sueldo y negociaban el destino de las naciones luego de tomar el Té.

Ella, como mis sonrisas, era única.

Bebí junto a ella las secreciones etílicas que bombeaba mi amigo desde su bodega ilegal. Bebí y bebí y deje que mis pudores y reflexiones morales se fueran de paseo. Me entregue a su humor inteligente y a sus chistes obscenos. Me entregue completamente a su lengua filosa.

La ame diplomáticamente y en secreto. Porque no toque ni su aura, ni un milímetro de su humanidad. Pero todo lo que era, esencialmente, de la piel hacia adentro, fue lo que me aprisiono para siempre.

Le dije que era un reflejo mío, mas vivo que el que me devolvía el espejo o el agua. Le dije que era mi alma gemela, la cual nunca había conocido.

Su rostro se espanto y sin decir nada huyo.

Por eso la corro desde que era un mortal. Porque sin amarla la ame. Sin tenerla la tuve y sin relacionarme con ella, la comprendí y la contuve.

Mi determinación es tan grande que los Ángeles custodios se han olvidado de sus protegidos para llevarme hacia ti, mi amor huidizo.

Cruzando la entropía de los gigantes que quisieron ser mas de lo que podían comprender logre rozar tu pie.

El choque fue tan fuerte que casi muero.

Por primera vez en eones. Luego de que la humanidad entera muriera a causa de su pereza, las estrellas colapsaran unas con otras por acción de la envidia y los soles se apagaran de tristeza, abandonaste tu loca carrera y me miraste.

Me miraste a los ojos con tus dos noches almendra.

Me esperaste y yo no dije nada.

Te deje huir y te volví a seguir.

Nunca mas intentare alcanzarte, pero te seguiré persiguiendo hasta el cansancio de la materia.

Porque si algún día te alcanzo, todo morirá irremediablemente.

Porque la persecución es todo lo que tenemos. Nosotros somos la persecución.

Y si algún día te alcanzo... quizás deje de amarte.



Uno nunca sabe qué provoca en la gente a ciencia cierta. Tema obligado:


No hay comentarios:

Publicar un comentario